Reseña: Frankenstein o el Moderno Prometo (Mary Shelley).

Título: Frankenstein o el Moderno Prometeo

Autor: Mary Shelley

Año de publicación original: 1818 (en esta edición, 2010)

Editorial: Alianza

Páginas: 336

Precio: 9,90 €

Sinopsis:

  Mary Shelley empezó a gestar esta novela en el verano de 1816, un verano lluvioso y sin apenas sol. Tal vez estas circunstancias extraordinarias propiciaran este relato de terror, en el que no solo se cuenta la historia del joven científico Victor Frankenstein y su "demoníaca criatura", sino que se abordan temas fundamentales de la naturaleza humana plenamente vigentes en la sociedad actual.

Opinión: 

   Frankenstein es una de esas historias de las que uno siempre ha oído hablar. Son varias las versiones cinematográficas inspiradas en este libro, algunas bastante fieles como la cinta de Kenneth Branagh en 1994 y otras más libres como la de 1931, quizás la más famosa ya que nos dio la icónica imagen que tiene la cultura popular de esa criatura a la que nunca le fue dado un nombre y que conocemos con el de su creador. Decidí hacerme con un ejemplar por su fama y leer por primera vez la historia tal como fue concebida por su autora. Dejadme que os adelante que la narración me ha impresionado hasta tal punto que las ganas de hablar de ella son las que me han impulsado a comenzar con este blog.

   Creo que es necesario comentar o recordar el contexto a partir del cual fue producida esta novela. Mary Shelley, su autora, hija de la importante escritora feminista Mary Wollstonecraft y mujer del poeta Percey Shelley, fue invitada junto a éste último a pasar unos días en Suiza en casa del poeta Lord Byron. En una noche de tormenta, inspirados por este último hecho, decidieron organizar un pequeño juego en el cada uno de los invitados debería escribir un relato de terror para ver cuál de ellos lograba ser el más aterrador. El relato de Mary Shelley perduraría más allá de esa reunión y sería publicado unos años después, convirtiéndose en uno de los clásicos de la literatura inglesa.

“Para examinar las causas de la vida debemos trabar conocimiento primero con la muerte”

  Al comenzar a leer, destaca de la narración el formato que emplea la autora para presentarnos la novela, el estilo epistolar. En un principio tenemos a un joven ambicioso por hacer ese descubrimiento que le conceda la fama de los grandes hombres, éste se ha embarcado en un viaje hacia los mares del norte y lo cual sabemos gracias a las cartas que le escribe a su hermana. El azar hace que, en este viaje a través de auténticos desiertos de hielo, encuentre a un hombre moribundo en la busca de una criatura monstruosa. Tras subirle a bordo de su barco, nuestro narrador le cuenta su propósito y él, consternado, trata de advertirle de la doble cara de la ambición contándole su propia experiencia, dando comienzo así la historia de Víctor Frankenstein. Si nuestro primer personaje va en busca de su gran descubrimiento, con Frankenstein nos encontramos con un hombre que ya lo ha encontrado y cuyas consecuencias no son otras que la destrucción y la muerte de toda la vida que le rodeaba. A partir de aquí, prefiero no contar más sobre el desarrollo de la novela porque creo que es mejor adentrarse en ella sin más detalles.

  Tengo que decir que la novela no siendo ser muy extensa, unas trescientas páginas, me resultó una lectura algo densa, no porque su argumento me aburriera sino más bien por lo contrario, a menudo tenía que parar para reflexionar sobre algunas de las cuestiones y los puntos de vista que se presentaban. El bien y el mal en las acciones y sus consecuencias morales, temas como la responsabilidad de nuestros actos, la empatía, la soledad o los prejuicios son aspectos sobre los que la historia te hace pensar. Esto se consigue mediante dos perspectivas, la de Víctor Frankenstein y la de su criatura. En la primera conocemos a un hombre joven, lleno de ambición pero irreflexivo, que no calcula más allá de su futuro inmediato y que huye ante la visión de su creación, que no es perfecta como él creía. Más tarde se nos presenta la versión de la criatura, que ni siquiera tiene nombre propio y que es abandonada indefensa e inocente como una fiera salvaje, con un deseo acuciante de ser aceptado y querido pero del que todos huyen, lo cual turba su corazón hasta el punto de que la destrucción es la única vía con la que se abre paso por el mundo. Ambos personajes están construidos con una gran profundidad de modo que ninguna de sus decisiones y acciones es aleatoria, tienen sus grandes defectos y sus grandes virtudes, los dos son a la vez víctimas y culpables.

“Dime Víctor, cuando la mentira puede ser tan parecida a la verdad,  ¿quién podría estar seguro de la felicidad?”

   Otro aspecto que me gustaría comentar es la ambientación de la novela. Mary Shelley describe en prosa pero con un tono muy poético las montañas, laderas, ríos y lagos de Ginebra de modo que no sólo puedes imaginártelos sino que también sientes la atmósfera que envuelve a la novela. En general, la narración es uno de los puntos fuertes de la novela junto con la psicología y la reflexión.

  A pesar de todo esto, hay algo que no me acaba de convencer aunque no sé si es un problema mío debido a que no me haya quedado claro. Personalmente me parece que se trata con bastante indulgencia al personaje de Víctor Frankenstein y que se juzga muy duramente al monstruo cuando, en realidad, no son tan diferentes. Parece que uno puede llegar a apiadarse y perdonar al hombre aunque este haya obrado mal, pero en cambio, nunca ocurre esto con la bestia, quizá porque ni al final de la novela ninguno de los personajes puede verle como un igual pese a que ama y sufre como tal.

  Definitivamente es un libro que recomiendo ya que es uno de esas historias que puede aportar mucho a cualquier lector porque más allá de un tema central hace reflexionar sobre la propia humanidad.

4/5